
Alfonso Martínez Alcázar, apareció en el presidium junto al gobernador Alfredo Ramírez Bedolla durante la inauguración del 26 Batallón y una compañía de la Guardia Nacional en Tarímbaro. Un gesto político que no pasó desapercibido.

El nuevo cuartel, construido con 380 millones de pesos, promete reforzar la seguridad en la zona conurbada de Morelia, el corredor Cuitzeo–Zinapécuaro y las comunidades cercanas al lago de Cuitzeo. Con capacidad para 500 agentes y equipado con helipuerto, comandancia, alojamientos y hasta panadería, la obra busca acelerar la respuesta ante emergencias y aumentar la presencia federal en 79 municipios de Michoacán.
Pero la realidad en esa franja de Michoacán es mucho más cruda. A la alcaldesa de Queréndaro le incendiaron su casa y en los alrededores de Álvaro Obregón “la ley no existe”: son tierra de nadie. Una región bajo fuego que hoy recibe la promesa de más patrullajes, reacción inmediata y vigilancia permanente de la Guardia Nacional.
Ramírez Bedolla agradeció públicamente a la presidenta Claudia Sheinbaum por el respaldo, mientras que mandos de la Guardia Nacional destacaron la importancia de sumar fuerzas en un territorio marcado por la violencia y la desconfianza en las corporaciones locales.


Al evento acudieron autoridades militares, federales y estatales, además de los alcaldes de Tarímbaro, Álvaro Obregón, Angamacutiro y Queréndaro. Sin embargo, fue la figura de Martínez Alcázar en el presidium la que terminó por acaparar los reflectores